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Lo que queda después del Coronavirus, por Rocío Coria

Desde el comienzo de la dispersión del coronavirus, o COVID-19, a fines del año pasado, gobiernos de todo el mundo se vieron forzados a tomar medidas cada vez más desesperadas para lograr frenar esta pandemia. La última de estas medidas es la cuarentena total y obligatoria.


Pero hay algunos aspectos positivos. Gracias a la disminución de la actividad industrial, el descenso de transporte en la calle y la cancelación de múltiples vuelos en todo el mundo, por fin estamos haciendo algo constructivo para el medio ambiente.


En China, el mayor contaminante mundial, las emisiones de CO2​ se redujeron un 25%. Además, en Italia​ disminuyó la contaminación por dióxido de nitrógeno. Asimismo, el aire está mejorando en muchas de las grandes ciudades del mundo, como Madrid y Barcelona, y gracias a la nulidad del tránsito en los canales de Venecia, por primera vez en años se pueden ver los peces. Hasta volvieron los cisnes y los delfines.




Según el informe Global Environment Outlook (GEO) de la ONU, una de cada cuatro muertes prematuras y enfermedades al año es causadas por la crisis climática. Marshall Burke, experto en la calidad del aire, estima que solo en el caso chino la baja de emisiones dañinas puede haber salvado la vida de 4000 chicos de menos de cinco años y de 73000 adultos de más de setenta años.


La Crisis Climática es más mortal que el Coronavirus, pero no tanta gente está preocupada por esta crisis como lo está por el coronavirus.


¿Cuántos van a correr al supermercado cuando se enteren de que, gracias a la disminución de las heladas, se interrumpirán los ciclos de cultivos, que generarán producciones cada vez menores? ¿Cuántos van a poder seguir con su rutina cuando haga tanto calor o tanto frío, hasta el punto en que el aire se vuelva irrespirable, cuando ciudades enteras queden bajo el agua? ¿Cuántos van a entrar en pánico cuando lleguen las largas sequías, cuando los incendios forestales crezcan exponencialmente o cuando los huracanes como Dorian, sean cada vez más y más frecuentes?


Lo peor de todo es que, según un informe de la IPCC, tenemos hasta 2030 para reducir en un 45% las emisiones de carbono antes de que el daño sea irreparable, y al ritmo al que estamos tomando acción, no vamos a llegar.


El Secretario General de la ONU, Antonio Gutiérrez, dijo “No vamos a combatir el cambio climático con un virus. Aunque se le debe dar toda la atención necesaria, no podemos olvidarnos de la lucha contra el cambio climático, y los demás problemas que enfrenta el mundo”.

Estoy de acuerdo con él. No quisiera sacarle importancia a la pandemia con todo lo que estoy escribiendo. Se sabe que esta catástrofe ha robado muchas vidas, y probablemente siga sucediendo, por lo que hay que tomar todas las precauciones necesarias para evitar contagiarse y contagiar al resto. Pero en medio de toda esta histeria tenemos que recordar que al coronavirus vamos a frenarlo eventualmente, pero es muy probable que a la Crisis Climática no.


Ayer los diarios Clarín, La Nación, Página 12, Crónica, etc. publicaron la misma imagen como portada. Esto mandó un mensaje claro: a la hora de luchar contra el coronavirus, la grieta no existe. Que la grieta tampoco exista para luchar contra la Crisis Climática.


Rocío Coria.

 
 
 

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