LIDERAZGO FEMENINO: DEL AULA AL CARGO
- Club Austral 180°
- Aug 4, 2022
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El pasado martes 2 de agosto asumió la presidencia de la cámara de diputados, Cecilia Moreau, diputada del Frente de Todos. Esta asunción adquiere una importancia histórica e inédita debido a que Cecilia Moreau es la primera mujer en ejercer la presidencia de la cámara baja. Más allá de las diferencias ideológicas que cada uno personalmente pueda llegar a tener con la actual presidenta de la cámara, es evidente que esto resulta un logro para las mujeres con respecto a su presencia en espacios de representación política. Porque como alguna vez dijo Diana Maffía, el feminismo no es un partido político, el feminismo es diverso en opiniones políticas y no hay “disciplina partidaria”. El feminismo es un movimiento transversal que une a las mujeres de diversas clases, ideologías, países y realidades.
Pero la asunción de Moreau no solo significa un logro, sino que desvela un problema, que es el hecho de que antes de su figura no hubo ninguna mujer presidiendo la cámara de diputados, cuando las mujeres podemos ser electas y ocupar cargos políticos desde 1947, mediante a la sanción de la Ley de Sufragio Femenino. Las preguntas que nos surgen entonces son: ¿Por qué si las mujeres podemos ocupar puestos políticos desde 1947 ninguna mujer había presidido la cámara de diputados anteriormente? ¿Por qué a pesar de que el presente siglo significó un avance en términos de participación política femenina sigue habiendo una gran desigualdad y falta de representación?
A mi juicio, para entender la poca presencia de mujeres en cargos políticos hay que recurrir a dos causas principales: la primera es el hecho de que las mujeres consiguen derechos políticos recién en 1947, lo cual marca una gran desventaja con respecto a los hombres, los cuales pueden votar y ejercer cargos políticos desde hace varios siglos y constitucionalmente en Argentina desde 1853. De todas maneras, la segunda causa y verdadera raíz del problema es el hecho de que las mujeres no eran educadas para que su vida tenga un destino político. Esto se debe a que la mujer era educada para encargarse de la vida doméstica, una vida dependiente de su marido y una vida sin trascendencia política. De esta forma, la participación política de la mujer no solo era prohibida, sino que tampoco fomentada desde la educación formal e informal.
Estas causas provocaron una falta de mujeres en la historia y por lo tanto una ausencia de nombres femeninos que resuenen en las paredes de las aulas, aunque es cierto que hubo mujeres que fueron excepciones, mujeres que eligieron tener un destino distinto al que había sido elegido para ellas. Pero estas mujeres poco se conocen, poco se nombran y poco se enseña sobre ellas en los espacios educativos. La consecuencia más directa de esta ausencia es el hecho de que las niñas y mujeres jóvenes que integran el sistema educativo no tienen ejemplos a seguir, no tienen motivación que despierte el deseo de ocupar un cargo político o ser influyente en el ámbito de la ciencia política. Es por eso que la falta de mujeres en espacios de liderazgo y el escaso conocimiento de las pocas que en un pasado los ocuparon, es un problema, porque imposibilita a otros potenciales liderazgos de surgir y referenciarse en otras.
De todas formas, podría decirse que el siglo XXI y finales del siglo XX en la Argentina han significado avances en términos de participación política femenina, puntualmente en la sanción de un conjunto de leyes que a la distancia han tenido buenos resultados. Estas leyes son: la Ley de Sufragio Femenino de 1947 (que otorgó derechos políticos a las mujeres), la Ley de cupo Femenino de 1991 (que estableció la obligatoriedad de incorporación del 30% de las mujeres a las listas para los cargos legislativos) y la Ley de Paridad de Género de 2017 (que establece que las listas se deben confeccionar alternando a una mujer y un hombre o viceversa). Uno de los efectos positivos que generaron estas leyes fue aumentar la participación femenina parlamentaria. Esto, visto en el hecho de que el 36% de las bancas del senado son ocupadas por mujeres y la representación de género en la cámara de diputados es del 44,7% (el porcentaje más alto desde la vuelta de la democracia en 1983).
A pesar de los avances mencionados, la participación política de las mujeres sigue siendo poca si es comparada con la de los hombres. Esto puede comprobarse en distintos datos, como por ejemplo, el hecho de que existe una brecha del 39% entre la participación de mujeres y hombres en la política. Esta brecha, según el World Economic Forum, terminará recién dentro de 135 años. Con respecto a los 24 distritos que tiene la Argentina, solo 7 fueron o son gobernados por mujeres y 17 nunca tuvieron a una mujer a cargo del poder ejecutivo provincial. Actualmente solo dos son gobernados por mujeres y 18 no tienen mujeres en la dupla de gobierno.
Estos últimos datos comprueban que todavía hay cosas por hacer, políticas que pensar y llevar adelante. Desde mi perspectiva no hace falta sancionar más leyes que garanticen la paridad en el acceso a cargos políticos, con las que hay ya son suficientes. Incluso esas leyes idealmente tendrían que ser transitorias, dado que tiene y debe ser posible lograr una sociedad en la que no tenga que existir una ley de cupo o una ley de paridad para que una mujer pueda asumir un puesto político. Es decir, lograr una sociedad en la que el liderazgo femenino se dé de forma natural. Pero para eso hay que realizar políticas educativas, que son el tipo de políticas que penetran en las sociedades y las transforman para siempre. Puntualmente políticas que garanticen la enseñanza de mujeres importantes de la historia en las aulas, incorporándolas a los manuales educativos y a las bibliografías. Solo así lograremos que las niñas y adolescentes del futuro deseen ser presidentas, legisladoras, concejales, gobernadoras, autoras e investigadoras. Solo así lograremos que se active el efecto dominó que tiene el liderazgo femenino, haciendo que este efecto sea imparable y duradero. Se trata de la reivindicación de las mujeres como sujetos históricos y políticos, de restaurar nuestro lugar en la historia.
- Juana De Urquiza.
● Diario La Nación. (2022, agosto 3). Con la asunción de Cecilia Moreau como presidenta de Diputados, por primera vez hay tres mujeres en la línea de sucesión presidencial. Aparece en (en línea): shorturl.at/bhV03.
● Cuevas, V. (2021, diciembre 10). Solo 2 mujeres gobiernan provincias en toda la Argentina. Aparece en Observatorio de mujeres y política (en línea): shorturl.at/cfsAI.
● Ministerio del interior (s.f). Participación política de las Mujeres en la Argentina. Aparece en Argentina. gob. ar (en línea): shorturl.at/dqXZ5.

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